jueves, 28 de febrero de 2008

Agobio


Llevo una mañana un poco negro de todo, de esas que te dan ganas de emular a Michael Duglas en "Un día de furia" (falling down) en la vida real. Todo me parece absolutamente tedioso y desesperante.

Empiezo el día a las 7:30 porque tengo visita al medico a las 9:00. Hace un día gris, de esos que notas la presión atmosférica en tus huesos y en tus neuronas. En una horita apenas me da tiempo a ducharme y a tomarme un café, debo estar muy empanado porque el tiempo parece que se me escapa de las manos.

Cojo el coche, todo está embotellado y tardo hora y pico en hacer un trayecto que normalmente se hace en un cuarto de hora. A mitad de trayecto intentamos encontrar un atajillo para esquivar las calles paradas. ERROR! No sirve para nada y perdemos el tiempo.

Llegamos al parquing nos pasamos un rato siguiendo un coche que intenta aparcar en un piso que está prácticamente lleno, mientras nos fijamos que a la derecha se puede ver que el piso inferior esta casi vacío. Conseguimos bajar, intentamos aparcar pero la típica columna asesina de todos los parquings nos asalta. Recogemos un plástico protector del lateral que se ha caído con el roce (el tipo de roce que no genera cariño) y admiramos las nuevas marcas que luce la chapa. Hay gente que considera las cicatrices sexys, a lo mejor les podemos vender el coche...

Llegamos a la consulta, media hora después de lo esperado pero paso enseguida para desgracia mia. Desgracia, porque? pues porque me tocan pruebas de reacción alergica. Son muy divertidas se trata de poner gotas con el reactivo al cual tienes alergia y ver cuando tarda en saltarte el ojo. A medio test me llaman del banco, me quieren vender alguna moto pero recuerdo que tengo que ir por otro tema. Después de dos tandas de gotas en cada ojo ya estoy del test (con los ojos llrosos y la nariz rajante).

A la sala de espera otra vez, me enchufo los cascos y espero 15 minutos o así a que me llamen a consulta. El médico esta preocupado por la mala reacción que tube a las vacunas el mes pasado y decide clavarme banderillas dos veces por semana, voy a acabar con unos brazos de yonki experto.

Me clavan la vacuna y me hacen esperar media hora para que no me de una mala reacción. Me planteo dejar el tratamiento, siento que llevo demasiados años haciendo el gili.

Despues cogemos el coche y para el banco. Al salir a la calle nos damos cuenta que ya no es la hora del atasco, han cambiado la mitad de los coches por señoras mayores con muletas andando por en medio de la calle, no había visto tal aglomeración en mi vida. El resto de ocupantes de la calzada eran coches buscando aparcamiento, con esa actitud de conducir a 10 por hora y pararse delante de cada estacionamiento prohibido para sopesar si les pondrán una multa si dejan tirado el coche allí.

Me da un ataque de hambre, mis nervios aumentan, insulto a la gente de la calle desde la fortificación del coche...

Llegamos, hago una parada de habituallamiento en un bar y pal banco a sufrir más...

Los bancos són unos de los sitios mas desesperantes del universo, tocan mucho dinero pero parece que no les da para tener un numero de empleados optimo. Este banco tiene como 4 mesas para atender clientes y dos puestos en el mostrador. Me parece que es tirar el dinero tantos puestos para que haya solo 3 miseros empleados.

De esos 3 hay uno atendiendo al mostrador, el típico chupatintas engominado con gafas (Yo creo que es un vampiro que se refugia en el banco para protegerse del sol o algo asin..). En las mesas está la chica que me llamó antes vendiéndole la moto a un pobre abuelito, decido para mis adentros que no me voy a dejar dar la brasa. El tercer habitante del banco esta en otra mesa, es el típico empleado que se confunde con las paredes, he tardado 10 minutos en fijarme que había alguien más en la sala. No se que hacia, seguramente hacer solitarios o buscaminas.

Al llegar he creído tener buena suerte, solo tenia una persona delante en la fila. Error! Era la representante de alguna empresa y quería que le dieran la nominas de sus empleados en metálico. El vampiro bancario ha ido a buscar un fajo muy grueso de billetes de 100 y los ha puesto en la maquina de los dineros. A partir de allí han empezado el tedioso proceso de recoger los billetes que salían de la maquina contados y irlos poniendo en un sobre. Así para tropecientos empleados.

Detrás mio se ha formado una cola de abuelas que iban pidiendo turno al llegar y que al ver el panorama se largaban al rato. Finalmente he conseguido hacer la transacción (en un minutillo) y me he vuelto a casa arrastrándome como el gusano comido por la burocracia que me siento.

Y ahora en casa, después de constatar por correo 2 nuevas sangrías de mis dineros, estoy temiendo lo que me pueda deparar el medio día que me queda. En lugar de sucumbir al miedo abstracto del tedio, ¿ no seria mejor armarla en plan D-fence?

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